El conocimiento surge sobre la base de la actividad práctica humana s respondiendo a las
necesidades de ella. Llámase práctica a la actividad sensible-material de los hombres en virtud de
la cual se transforman los Objetos, fenómenos y procesos de la realidad. La práctica, como base del
conocimiento, entraña una relación mutua entre el sujeto (el hombre) y el objeto (la cosa material),
que tiene por resultado directo la transformación del objeto. Así, por ejemplo, el hombre transforma
el suelo con ayuda de sus instrumentos de trabajo: remueve la tierra, la abona, etc. A consecuencia de
ello, se eleva la fertilidad del suelo. Pero la práctica no sólo transforma el objeto, sino también al sujeto.
En efecto, el hombre se desarrolla en el trabajo.
La práctica comprende muchos aspectos. Base de toda ella es la producción de bienes materiales:
alimentos, ropa, instrumentos de trabajo, etc. También figuran dentro de la práctica otras formas de
actividad social como la lucha de clases, los movimientos de liberación nacional y las revoluciones que
conducen a una transformación material del mundo; la práctica incluye asimismo la actividad humana
en el campo de la educación pública, la sanidad, la experimentación científica, etc.
El proceso cognoscitivo forma parte de la actividad teórica humana. La teoría es una
generalización científica de la práctica y constituye, a su vez, un reflejo de la realidad en la conciencia
de los hombres. La teoría por sí sola no puede modificar la realidad. Podemos trazar planes ideales
tendientes a transformar el mundo y podemos realizar revoluciones en la esfera del pensamiento,
pero con ello no lograremos que el mundo cambie. La elevada y activa misión del conocimiento, del
pensamiento, de la teoría, radica en que puede señalar la vía que conduce a una transformación del
mundo. Pero las ideas no pueden cobrar vida si no se despliega una actividad práctica.
La actividad teórica de los hombres no es una actividad autónoma, independiente; brota y
se desarrolla sobre la base de la práctica. Para quela actividad práctica se fecunda se requiere un
conocimiento de la realidad, es decir, que ésta se refleje en el cerebro humano. La práctica es la base
de la teoría y la fuerza propulsora de su desarrollo. Las exigencias de la práctica, sobre todo las de la
producción, señalan la dirección que ha de seguir la ciencia y hurón avanzar a ésta. “Si en la sociedad
aparece una necesidad técnica, ella impulsa a la ciencia más que decenas de universidades”.
Ahora bien, no sólo la práctica en general, y la actividad productiva en particular, impulsa el
desarrollo del conocimiento. También se opera el proceso inverso; es decir, los éxitos del conocimiento
teórico promueven, a. su vez, transformaciones prácticas. De este modo, cambia la relación entre la
ciencia y la producción; “la ciencia se convierte cada vez más en una fuerza productiva directa, y la
producción en la aplicación tecnológica de la ciencia actual”. Pero en esta unidad y acción mutua del
Conocimiento y la práctica, la primacía sigue en manos de esta última.
La ciencia, la teoría, surge de las necesidades de la práctica y como una síntesis de ella. La
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astronomía nació al calor de las necesidades del comercio y de la navegación, y las diversas ramas de
la física surgieron para satisfacer las crecientes necesidades de la técnica de la producción. El siglo del
vapor dio origen a la teoría del calor, a la par que la introducción de los motores eléctricos exigió que
se crease una teoría detallada de la electricidad. Los conceptos y las teorías surgen y se desarrollan
sobre la base de la práctica. El hombre fija su atención, ante todo, en los objetos y aspectos que, desde un punto de vista práctico, le son más útiles y necesarios en la vida. La práctica indica, asimismo, cuál
es el aspecto del objeto que debe destacarse como fundamental y esencial. Un concepto biológico
tan importante como el de especie nació sobre la base de la actividad práctica en la agricultura y la
ganadería. Los hombres fijaron su atención, ante todo, en tas plantas y los animales que tenían para
ellos una utilidad práctica y agruparon los individuos o ejemplares aislados en grupos homogéneos,
atendiendo a determinados rasgos objetivos. Posteriormente, empezaron a agrupar las plantas y los
animales no sólo por su semejanza, sino también por su origen. De este modo surgió el concepto
genético de especie.
El conocimiento no se limita a registrar los resultados de la práctica. Para iluminar el camino
que ha de seguir la práctica debe preverse el futuro. Basándose en la práctica actual, el conocimiento
abre nuevas perspectivas al progreso de la producción, de la cultura, etc. Si la teoría no pudiera aportar
esto, perdería todo su valor.
También puede la ciencia formar conceptos de fenómenos que aún no han surgido. Así, por
ejemplo, mucho antes de que apareciera el comunismo ya se había forjado el concepto de formación
comunista. Pero esto no significa en absoluto que dicho concepto careciera de fundamento, es decir,
que no se basara en la práctica. Toda la actividad práctica del desarrollo social, junto con las
tendencias fundamentales del desenvolvimiento del capitalismo y la experiencia de la lucha de clases
del proletariado, ha servido de base al surgimiento de la teoría de la sociedad comunista.
Los agnósticos negaban la posibilidad de conocer el mundo aduciendo la falta de un firme
criterio de la verdad. Muchos filósofos han buscado este criterio en la claridad y distinción de las ideas y
los conceptos, en su significación general o en la experiencia colectiva. Pero el conocimiento no puede
ser criterio de la verdad de sí mismo. El criterio de la verdad ha de buscarse fuera del conocimiento, o
sea en la práctica. “El problema de si al pensamiento humano se le puede, atribuir una verdad objetiva
no es problema teórico, sino práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la
verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad
o irrealidad de un pensamiento aislado de la práctica es un problema puramente escolástico.”
Mediante la práctica, el hombre demuestra la veracidad objetiva de sus conceptos. El problema
de si el agua se compone efectivamente de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno sólo se resuelve
al descomponer prácticamente el agua, ¿Son verdaderas nuestras ideas acerca de la estructura del
átomo y la energía que encierra? La práctica de los experimentos científicos y del empleo de la energía
atómica en diferentes •amas de la ciencia y la técnica han comprobado la verdad objetiva de la teoría
física sobre la estructura del átomo y sus propiedades.
La concepción de la práctica como criterio de la verdad s£ distingue de la concepción
pragmatista. El pragmatismo niega que exista la verdad objetiva y sienta la tesis de que lo verdadero es
lo útil, lo ventajoso. Cada hombre puede considerar que una tesis es verdadera o falsa según que sea
útil o no para él. “Nuestra obligación de investigar la verdad constituye parte de nuestra obligación
general de hacer lo que tenga resultado provechoso.”
Ciertamente, el conocimiento es útil y representa una poderosa fuerza. En nuestro siglo de
inmensos progresos técnicos nadie pone en duda la importancia del conocimiento en la vida humana.
Pero sólo cuando es verdadero es efectivamente útil para la sociedad. Lo veracidad del conocimiento
no depende de su utilidad; en cambio, sí depende de su veracidad, es decir, de que refleje exactamente
la realidad, toda su inmensa significación práctica.
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