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La lógica formal analiza el juicio en tanto en cuanto premisa del razonamiento, es decir, en 
relación tan sólo con la doctrina de la estructura de las demostraciones.
 
La teoría aristotélica de los juicios, aunque contiene muchos elementos verídicos, materialistas, 
es limitada. La esencia de la doctrina de Aristóteles sobre el juicio puede reducirse a las siguientes
tesis: 1) la verdad o el error existen sólo si hay afirmación o negación; 2) la afirmación o la negación
de algo o sobre algo equivale a un juicio; 3) sólo con referencia al juicio cabe plantear el problema
de la veracidad o la falsedad; 4) no significa algo, pero no son ni verdaderos ni erróneos y por ello no
contiene ningún juicio; 5) el juicio es verídico, si en él aparece unido lo que está unido en la realidad,
y separado lo que en ella está separado. El juicio es falso si en él está unido lo que en la realidad está
separado y separado lo que en ella figura unido.
 
Aristóteles, al analizar las formas del pensamiento, distinguía, en primer lugar, las formas en 
que se combinaban varios contenidos intelectivos de la significación de las palabras al margen de esta
combinación. Y entre las formas del pensar en que se combinan contenidos intelectivos, separaba
las formas que no tenían relación con la realidad (carnero-ciervo) y las formas en que se piensa
obligatoriamente el ser o el no ser del que se combina. Aristóteles reconoce que en el sentido cognoscitivo
la más importante es esta última; distinguía en ellas dos variantes: 1) la forma del pensamiento donde
la relación con la realidad no se manifiesta como una afirmación o una negociación, no es, por
consiguiente, ni verdadera ni falsa (pregunta, oración, etc.), y 2) el pensamiento como afirmación o
negación directa es, forzosamente, ya verídico, ya erróneo.
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Los lógicos idealistas desvirtuaron la esencia materialista de la doctrina de Aristóteles sobre el 
juicio, la idea de que el juicio tiene carácter objetivo y que su veracidad o error están determinados
por su correspondencia con la realidad. Los representantes de la lógica burguesa moderna critican
también la forma aristotélica del juicio, vinculada e impregnada de su ontología (metafísica, según
dicen, pero más valdría decir, materialismo).
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Los lógicos idealistas, que niegan el contenido objetivo del pensamiento, consideran el juicio 
como una forma pura, totalmente indiferente a todo contenido y no sólo al concreto. Formulan el 
concepto de la “función prepositiva”, que, según ellos, es una expresión que contiene una o varias 
variables; ésta se convierte en juicio cuando las variables se sustituyen por constantes. La función
prepositiva “X es un hombre” se convierte en proposición, en juicio, cuando el término variable “X”
es sustituido por uno permanente, “Sócrates”, por ejemplo: “Sócrates es un hombre”: juicio. Las
funciones del juicio, según Russell, puede ser de tres clases: 1) verídicas con todos los significados del
argumento o de los argumentos; 2) falsas con todos los significados; 3) verídicas con unos argumentos
y falsas con otros. Califica a las primeras de funciones del juicio de la necesidad; las segundas, de funciones del juicio de la imposibilidad, y las terceras de funciones del juicio de la posibilidad. Así, por
ejemplo, la función del juicio “X es un hombre y se llama John Smith” es una función de posibilidad,
ya que es verídica para algunos significados de X y falsa para otros. Nadie, naturalmente, niega que
el juicio tiene una determinada forma constante, verídica para diversas variables. Esta forma es la de
sujeto-predicado (S-P), que posee muy amplio contenido. Desde este punto de vista, el concepto de
función prepositiva tiene sentido. Pero no se trata de una forma pura. Aristóteles decía ya que reflejaba
un determinado contenido objetivo: el nexo de los fenómenos del mundo exterior.
 
Aristóteles no inventó la forma de juicio S-P, sino que estudiando las formas del ser y del 
pensamiento verdadero acerca de él, encontró que la forma de juicio S-P correspondía a la lógica
objetiva de las cosas.
 
La filosofía semántica, para la que el juicio es un acto simbólico de comunicación, se distingue 
particularmente por sus intentos de desvirtuar su contenido objetivo. Las comunicaciones, según los
semánticos, son de diversa índole. En primer lugar, comunicaciones sobre lo visto y lo oído por uno
mismo. Estas se consideran como las más seguras, las de mayor sentido existencial. Por ejemplo, el
juicio “la longitud de esta habitación es de 15 pies”, puede comprobarse por la experiencia directa.
Luego vienen las comunicaciones sobre las comunicaciones, es decir, comunicaciones acerca de lo visto
y sentido por otros. Son menos seguras, pero también se pueden comprobar por vía experimental. Las
menos importantes son aquellas que, en general, no se pueden comprobar por medios experimentales
directos.
 
Los semánticos consideran que toda comunicación es un acto simbólico. Así, por ejemplo, el 
juicio 2 x 2 = 4 es, según ellos, un mero acuerdo sobre los símbolos. Todos están de acuerdo con un
significado de los símbolos, pero no con otros.
 
Hoy día, la interpretación dada por Aristóteles a la esencia de los juicios, pese a su sana base 
materialista, no puede satisfacernos, no resulta suficiente. Aristóteles creó la doctrina de los juicios con
vistas a su teoría del razonamiento, mejor dicho, silogística, y por ello se limitaba a pensamientos que
pudieran servir de premisas para el razonamiento.
 
El defecto de la concepción aristotélica de los juicios radica en su interpretación metafísica 
de la verdad. Para Aristóteles la verdad es algo estancado, dado de una vez para siempre. Delimitaba 
estrictamente la afirmación y la negación. La afirmación no es más que afirmación y la negación es sólo 
negación. El separarlas de este modo de las preguntas y los móviles impedía comprender correctamente
las interrelaciones y las peculiaridades específicas de las diversas formas del pensamiento.
 
Posteriormente, la lógica trató de superar los defectos de la concepción aristotélica sobre los 
juicios y, en particular, darle una interpretación más amplia. Podemos citar diversos lógicos extranjeros
que han protestado contra la tradicional y estricta delimitación del juicio y las formas del pensamiento
tales como la interrogación y el móvil. Figuran entre estos lógicos Lotze, Bolzano, B. Erdmann y otros
para quienes el juicio es todo nexo entre las ideas, las representaciones. Pero al dar una interpretación
idealista al pensamiento, deformaban la naturaleza de los juicios. Dirigían sus ataques contra el
contenido materialista de la concepción aristotélica del juicio. El juicio, para ellos, no era más que el
nexo entre conceptos o representaciones, sin relación alguna con el vínculo objetivo de las cosas del
mundo material.

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