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Al estudiar las formas del pensamiento, su estructura y función gnoseológica, la lógica ha 

determinado hace ya mucho tiempo, como fundamentales, las siguientes formas: concepto, juicio y

raciocinio. A lo largo de toda la historia de la lógica, los investigadores centraron su atención en el

estudio de las diferencias entre formas, de su lugar en la trayectoria del pensamiento hacia la verdad.

Una forma del pensamiento se oponía con frecuencia a otra, se aislaba, se consideraba como la

principal, la primaria. Durante mucho tiempo se ha considerado en la lógica que el concepto antecedía

al juicio y al razonamiento, que el juicio es el vínculo de los conceptos y el razonamiento, el resultado

de la suma, de la unión de los juicios. Esta concepción era muy grata a los racionalistas, sobre todo ya

que reconocían la existencia de ideas innatas y acabadas, anteriores a la experiencia e independientes

de ella, en la forma de conceptos, sencillísimos y primordiales, que constituyen la base de todo nuestro

saber, de todos los juicios y razonamientos.

 Kant se pronunció contra la idea de que el concepto era el punto de partida del conocimiento,

la forma primaria del pensamiento; para él, la lógica antigua pecaba por “tratar antes de conceptos

determinados y claros que de juicios y razonamientos”. Kant opinaba que los conceptos eran el

resultado de los juicios y los razonamientos. Los juicios originan un concepto claro, y los razonamientos

un concepto acabado. “En efecto -escribe Kant-, para que haya un concepto claro, es preciso que yo

conozca algo con precisión, como indicio de un objeto, y esto es, precisamente, un juicio”

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. Para Kant 

el juicio no es un concepto claro, ya formulado, sino un acto a través del cual se forma el concepto.

Un concepto acabado solo es posible a través del razonamiento, ya que este es un juicio a través de un

carácter meditado (término medio).

 

Muchos lógicos alemanes, entre ellos A. Trendelenburg -para quien el juicio es también la 

forma primaria del pensamiento, anterior al concepto y al razonamiento

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 han desarrollado esta idea 

de Kant sobre las relaciones recíprocas entre las formas del pensar. Muchos representantes de la lógica

alemana reconocen -y este es su rasgo distintivo- que el juicio constituye la base de todas las formas del

pensamiento; debido a ello sus tratados de la lógica empiezan, por regla general, con la doctrina del

juicio. Esta concepción tiene cierto sentido, aunque se basa en la interpretación idealista de la esencia

de las formas del pensamiento, en la idea de que el objeto de la realidad se crea durante el juicio.

 

Para Hegel, que planteó y trato de resolver el problema de las relaciones reciprocas entre las 

formas del pensamiento, los conceptos, los juicios y los razonamientos se distinguen por el carácter de

su vínculo entre lo universal, lo singular y lo particular. En el concepto estos factores no se fraccionan,

sino que aparecen unidos; en el juicio se descomponen; los conceptos se fraccionan en sus partes

integrantes, lo singular y lo universal figuran como el sujeto y el predicado unidos por una cópula. En

el razonamiento se reconstruye la unidad de lo singular y lo universal: “El concepto, como tal, tiene

sus momentos como eliminados en la unidad; en el juicio esta unidad es algo intrínseco o, lo que es

lo mismo, un extrínseco, y los momentos están, si relacionados, pero están puestos como extremos

independientes. En el silogismo las determinaciones del concepto están como los extremos del juicio, y

al mismo tiempo está puesta la unidad determinada de ellos. El desarrollo del juicio conduce al razonamiento, que no solo supone, sino que argumenta el 

nexo de lo singular y lo universal. El razonamiento viene a ser la unidad del concepto y el juicio.

 

La idea hegeliana de que el razonamiento o silogismo se encuentra en indisoluble vínculo con 

el juicio y el concepto, que todas las formas del juicio se presuponen recíprocamente y pasan de una a

otra es correcta, pero está deformada por la base idealista objetiva de la lógica hegeliana. La finalidad

del desarrollo del pensamiento desde el concepto al razonamiento, a través del juicio, consiste en que el

concepto retome sobre una nueva base a sí mismo y, enriquecido por las definiciones, pase del campo

subjetivo al objetivo. En forma de razonamiento disyuntivo el concepto se convierte en objeto. Para

Hegel las formas del pensar se desarrollan en una sola dirección: desde el concepto al razonamiento a

través del juicio. De por si se entiende que este esquema erigido en absoluto, es artificioso y no refleja

el vínculo efectivo ni las transiciones de las diversas formas del pensar en el proceso real y concreto del

conocimiento.

 

K. D. Ushinski expone en sus obras ideas muy certeras sobre esta cuestión. Para Ushinski el 

juicio es el concepto, pero en el proceso de su formación. “El juicio –escribe- no es más que el concepto,

peor en el proceso de su formación todavía. El juicio definitivo se convierte en concepto. A base del

concepto y una representación especial, o bien de dos o más conceptos, puede formarse un nuevo

juicio; pero una vez acabado, volverá a transformarse en concepto y se expresa con una sola palabra:

por ejemplo: “Este animal tiene las pezuñas bifurcadas y cuernos en el testuz; rumia los alimentos”, etc.

Todos estos juicios, juntos, forman el concepto de un animal de pezuña hendida y rumiante. Podemos

fraccionar cada concepto en sus juicios componentes, cada juicio, a su vez, en conceptos, el concepto

de nuevo en juicio,

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 etc.

 

Estas manifestaciones de Ushinski, no contiene, claro está, una solución completa del problema 

de las relaciones reciprocas entre el juicio y el concepto; sin embargo, se esbozan aquí ciertas vías para

su correcta solución. La idea fundamental de Ushinski respecto a que el concepto y el juicio podríamos

añadir también, el razonamiento, están indisolublemente unidas entre sí y que en el proceso del devenir

del conocimiento se transforman unos en otros, es correcta;  esta transición, además no tiene carácter

unilateral; no es solamente el juicio el que se convierte en concepto, sino también el concepto en juicio.

 

El problema de las interrelaciones y por consiguiente de la esencia de las diversas formas 

del pensar no será resuelto correctamente mientras que la lógica no abandone la idea de que existe 

una forma esencialísima de pensamiento. No debe plantearse la cuestión de que es lo primero y lo

más importante: el juicio, el concepto o el razonamiento. Semejante planteamiento del problema,

es anticientífica. La riqueza del contenido de nuestro pensamiento se manifiesta en las formas más

diversas; cada una de ellas está íntimamente relacionada con la otra, la presupone, la completa y se

transforma en ella a medida que se van desarrollando nuestros conocimientos sobre el mundo exterior.

 

El juicio y el razonamiento desempeñan, indudablemente, un papel inmenso en la formación 

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de los conceptos. Para encontrar en los fenómenos lo universal que se refleja en los conceptos, es

preciso abarcar el objeto en su conjunto, exponer toda una serie de juicios sobre sus diversos aspectos.

Lo esencial en el fenómeno no puede determinarse sin todo un gran papel al análisis –es decir, al

paso de lo concreto, de lo dado en los sentidos a lo abstracto, y en síntesis, el paso de lo abstracto a lo

concreto nuevo. Que es un conjunto de definiciones abstractas. El proceso analítico es inconcebible

sin la inducción y la deducción. 

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